Vivimos en un mundo donde se ensalza y se admira a las personas extrovertidas, enérgicas, dominantes, verborrágicas y desafiantes (sobre todo en Occidente, pues en Oriente es muy distinto): es decir, los que son el centro de atención.
Este culto a la extroversión sucedió aproximadamente a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, cuando, principalmente en Estados Unidos, se pasó de una cultura del carácter a una cultura de la personalidad, dando así lugar a un período de angustias personales de grandes proporciones para las personas que no se ajustaban naturalmente a ese ideal extrovertido que fomenta la cultura de la personalidad.
Básicamente, el ideal de la cultura del carácter era una persona seria, disciplinada y respetable. En él no importaba tanto la impresión que pudiese uno dar en público como la conducta que observara en privado. Sin embargo, cuando se adoptó la cultura de la personalidad (del latín «persona», que significa «máscara de actor». Es decir, la máscara que usaban los actores griegos y latinos) las personas empezaron a centrarse en cómo las percibían los demás, a sentirse cautivados por personajes atrevidos y divertidos.
A partir de ese momento, el papel social que la cultura de la personalidad exigía era del de un intérprete. Ya no importaba lo que realmente éramos, sino cómo nos mostrábamos y nos percibían.
Para clarificar la diferencia entre los ideales de ambas culturas, he aquí algunos conceptos:
Cultura del carácter:
- Civismo
- Deber
- Trabajo
- Actos de nobleza
- Honor
- Reputación
- Moral
- Maneras
- Integridad
Cultura de la personalidad:
- Magnético
- Fascinador
- Impresionante
- Atractivo
- Fervoroso
- Dominador
- Enérgico
- Activo…
Como puedes observar, las cualidades de la primera son más fáciles de adquirir que las de la segunda, lo cual podía ser muy perturbador para quien no poseyera estas últimas cualidades de forma natural.
A tal punto este ideal extrovertido arraigó en el mundo occidental, que paul Buck, rector de Harvard, declaró a finales de los cuarenta que su institución tenía la intención de rachazar al aspirante «sensible, neurótico» y estimulado en exceso en lo intelectual en favor de muchachos de «sanas tendencias extrovertidas» 1.
¿Qué tal?
Bien.
Una vez puesto en contexto, vayamos al tema que nos ocupa: la introversión.
Antes que nada, es importante aclarar que la introversión no es lo mismo que la timidez. Son dos fenómenos diferentes, aunque puedan coincidir en una misma persona, como de hecho lo hacen muchas veces.
La timidez es el miedo a la desaprobación social o a la humillación, en tanto que la introversión consiste en la preferencia de entornos que no estén excesivamente cargados de estímulos. Esta no es, como aquella, dolorosa de manera inherente.
Dicho en otros términos:
La persona tímida sufre por su timidez, mientras que la persona introvertida disfruta su introversión.
Claro que una persona introvertida se puede sentir incómoda (incluso sentirse mal en determinados momentos) si es juzgada como «rarita» por una sociedad que ensalza el ideal extrovertido, pero dicho malestar no proviene por su condición introvertida como tal, sino por la incomprensión de los demás ante un rasgo de la personalidad totalmente normal con el cual él se siente a gusto. Pero esto, como dije, es muy diferente a lo que le sucede al tímido, que sufre su timidez por sí misma, como una limitación de su personalidad que le impide expresarse y desenvolverse libremente ante los demás.
De hecho, aunque parezca extraño, se puede ser extrovertido y tímido, como Barbara Streisand, en quien se combinan una personalidad arrolladora y un miedo escénico paralizador, o introvertido y resuelto, como Bill Gates, quien guarda las distancias y, sin embargo, se muestra indiferente a la opinión de los demás.
Algunos especialistas representan las dos tendencias en ejes cartesianos, de modo tal que el grado de introversión o extroversión ocupan las abscisas, y el de inquietud y estabilidad, las coordenadas. Esta disposición ofrece cuatro cuadrantes, como se muestra en la figura:
Antes de explicarte con más detalle la introversión, te invito a realizar una prueba para que te evalúes en qué lugar de la línea que va de la introversión a la extroversión te encuentras. Respondé con un SÍ o con un NO, según corresponda.
- Prefiero conversar a solas con otra persona a participar en actividades de grupo.
- Lo normal es que me encuentre más a gusto expresándome por escrito.
- Me gusta la soledad.
- Todo apunta a que me preocupan menos que a los que me rodean la riqueza, la fama y la posición social.
- No me hace gracia la charla insustancial, aunque disfruto manteniendo conversaciones serias sobre asuntos que son de mi interés.
- Dicen que sé escuchar.
- No soy dado a arriesgar mucho.
- Me gusta la clase de trabajo que me permite «sumergirme» en él sin demasiadas interrupciones.
- Prefiero celebrar mi cumpleaños de forma íntima, con uno o dos amigos o con familiares.
- Los demás consideran suaves mi voz y mi conducta.
- Prefiero no mostrar mi trabajo a otros ni hablar de él antes de tenerlo acabado.
- Detesto los conflictos.
- Trabajo mejor solo.
- Acostumbro pensar antes de hablar.
- Me encuentro agotado cuando salgo, aunque disfrute con la experiencia.
- Muchas veces dejo que salte el contestador de mi teléfono.
- Si tuviese que elegir, preferiría un fin de semana sin nada que hacer a uno con demasiadas actividades programadas.
- No me gusta hacer varias cosas a la vez.
- Me concentro con facilidad.
- En el ámbito académico, prefiero una conferencia a un seminario.
Cuantas más veces hayas respondido con un SÍ, mayor será, quizá, tu grado de introversión. Si el número de respuestas positivas y negativas es semejante, tal vez seas ambivertido.
Sin embargo, es bueno recalcar que podemos tener rasgos del uno y del otro en variadas proporciones, ya que, como dijo Carl Jung:
«No existen los extrovertidos y los introvertidos puros. De darse alguno, sería en un sanatorio para lunáticos» 2.
Estos dos rasgos interactúan con el resto de los que conforman nuestra personalidad y con nuestra historia personal, lo cual nos hace personas únicas, creando una diversidad de personas vastísima.
¿Nacen o se hacen?
Esto es un tema complejo, ya que la falsa dicotomía entre genes y cultura (como compartimientos estancos) ha sido superada hace varias décadas cuando se comprobó que la expresión de los genes puede ser modificada por el ambiente, lo cual significa que entre genes y medioambiente (incluida la cultura) hay una relación dinámica y de influencia mutua.
Ahora bien, aunque sea cierto que no se puede reducir la introversión a un conjunto de de genes, hay montón de estudios 4 que demuestran que tanto la introversión como la extroversión, al igual que otros atributos de relieve de la personalidad (como la amabilidad o la responsabilidad) son producto de la herencia en un 40 o un 50%.
Pero, tal como acabo de señalar, esto no significa que para «explicar» la personalidad de una persona debamos remitirnos, sin más, o a sus genes o al medioambiente, pues es la intrincada interacción que se crea entre ambos factores lo que nos hace como somos.
Introversión y sensibilidad
Antes hablé de que los introvertidos preferían entornos que no stuvieran sobrecargados de estímulos. Pues bien, esto se debe justamente a la sensibilidad, una característica tan peculiar de los introvertidos. De hecho, aproximadamente el 70% de los sensibles son introvertidos, en tanto que el otro 30% suele necesitar una cantidad considerable de tiempo de inactividad. 3
Su sensibilidad hace que se vean afectados por cualquier experiencia, tanto positivas como negativas. Dicho de otro modo, todo lo experimentan de manera más intensa.
Asimismo, la psicóloga e investigadora norteamericana Eliane Aron se ha dedicado a estudiar a fondo el fenómeno de la sensibilidad (según esta investigadora, la mayoría de los sensibles son introvertidos). Basándose en la información que obtuvo en sus investigaciones, redujo las respuestas a un conjunto de 27 atributos y calificó de hipersensibles a quienes los encarnaban.
Por ejemplo, las personas altamente sensibles tienden a ser:
- Grandes observadores y a mirar bien antes de saltar.
- Organizan su vida de tal modo que apenas haya cabida para las sorpresas.
- Tienden a ser empáticas.
- Suelen ser sensibles a imágenes, sonidos, olores y elementos como el dolor o el café.
- Expermientan dificultades cuando los observan o cuando juzgan su valía general —en una cita, en una entrevista laboral… ,etc.
- Suelen tener una orientación más filosófica o espiritual que hedonista o materialista.
- No sienten una gran atracción por los diálogos insustanciales.
- Se describen con frecuencia como creativas o intuitivas.
- Tienen sueños muy reales, y a menudo los recuerdan después de despertar.
- Tienen una vida interior rica.
- Mayor lucidez.
- Sensibilidad ante los matices.
- Afectividad más compleja.
- Profesan una gran afición por la música, la naturaleza, el arte y la belleza física.
- Sienten emociones excepcionalmente intensas, como arrebatos de gozo y también de pena, melancilía o terror…
Además, las personas hipersensibles asimilan de un modo mucho más profundo la información relativa a su entorno físico y emocional, como el cambio de humor de un interlocutor o el fulgor de una bombilla un poco más intensa de lo común.
Asimismo, otras investigaciones dan a enteder que las personas sensibles muestran una complejidad poco frecuente en su forma de pensar. Esto podría ayudar a explicar por qué las aburren las conversaciones triviales. Como apunta Jadzia Jagiellowicz, una de las investigadoras: «Para quien posee mecanismos de razonamiento más complicados, hablar del tiempo o destinos vacacionales no reviste, ni de lejos, el mismo interés que dialogar sobre principios o moral».
Cabe aclarar un malentendido común: la creencia falsa de que las personas sensibles son «débiles». Nada más lejos de la realidad.
Siempre y cuando los niños/as hiperreactivos (los que de adultos se convertirán en introvertidos, a diferencia de los extrovertidos, que de chicos suelen ser hiporreactivos) reciban un cuidado de calidad por parte de sus padres y crezcan en un entorno familiar estable, suelen presentar menos problemas emocionales y más habilidades sociales aún que los futuros extrovertidos. De hecho, a menudo son sumamente solidarios, cariñosos y cooperativos. Trabajan bien con otros, son personas atentas y concienzudas a las que les iritan la crueldad, la injusticia y la irresponsabilidad.
En otras palabras, en un entorno adecuado, la sensibilidad se convierte en fortaleza.
Ello es perfectamente lógico si consideramos que justamente su sensibilidad los lleva a ser grandes observadores de todo lo que los rodea, incluidas las leyes de la dinámica social de los grupos humanos, e interiorizando así dichas leyes de un modo más profundo.
Introversión y creatividad
Entre 1956 y 1962, la Universidad de California en Berkeley, emprendió una serie de estudios sobre la naturaleza de la creatividad. Uno de sus hallazgos más interesantes, confirmado por estudios posteriores, fue que las personas creativas tendían a ser introvertidos muy poco activos en el terreno de lo social, bien dotados en el terreno de las relaciones sociales, aunque «carentes de un temperamento especialmente sociable o participativo». Se consideran a sí mismos independientes e individualistas, y en la adolescencia habían sido, en muchos casos, tímidos y retraídos. Si bien esto no significa que los retraídos sean necesariamente más creativos que los extrovertidos, sí parace indicar que un número importante de personas excepcionalmente creativas lo sean.
Sin embargo, se puede explicar por qué tantos creativos son introvertidos de manera muy sencilla: prefieren trabajar de forma independiente, y la soledad puede ser un estímulo increíble para la innovación. Como dijo el célebre psicólogo Hans Eysenck, la introversión «lleva a la mente a concentrarse en el cometido que se tien entre manos e impide que la energía se disperse en asuntos sociales y sexuales que ninguna relación guardan con él».
También cobra pleno sentido si comprendemos que la práctica deliberada —identificar las habilidades o el conocimiento que se encuentran fuera de nuestro alcance, afanarse en mejorar el rendimiento, evaluar los avances y hacer las correciones pertinentes—, concepto que el psicólogo Anders Ericsson ha identificado como la clave de cualquier logro excepcional, se lleva a cabo de manera solitaria en muchos campos.
Desde violinistas fuera de serie hasta ajedrecistas extraordinarios, el estudio serio en solitario era el indicador más poderoso de aptitud. Ello es así porque la práctica deliberada exige una gran concentración; grandes dosis de motivación, generada a menudo por el propio interesado; y lo más importante: supone insistir en los aspectos que representan un mayor desafío para esa persona en particular. Todos estos aspectos no se pueden abordar de forma directa sino en solitario.
Por si queda alguna duda de cómo la introversión puede ser un campo fértil para la creatividad, he aquí algunos ilustres introvertidos (solo algunos, ya que el número es enorme):
- Isaac Newton
- Albert Einstein
- W.B. Yeats
- Frédéric Chopin
- Marcel Proust
- George Orwell
- Steven Spielberg
- Larry Page
- Herman Hesse
- J.L. Borges
- Charles Darwin
- Arthur Schopenhauer
- John Milton
- Steve Gozniak
- Marie Curie
No obstante, con todo lo expuesto hasta aquí no se trata de proclamar que los introvertidos son mejores que los extrovertidos: los unos no son mejores que los otros, ni viceversa. Al contrario, ambos son igualmente necesarios para una vida social diversa y equilibrada.
De hecho, hay muchas parejas con un cónyuge introvertido y su par extrovertido que se complementan perfectamente. A una persona introvertida puede atraerle otra extrovertida, ya que le brinda esa «bocanada de aire fresco» con su entusiasmo y su dinamismo. A alguien extrovertido, a su vez, puede atraerle alguien introvertido, pues con éste siente que puede relajarse y confiarle sus problemas con más libertad.
Los introvertidos se sentirán encantados de que alguien los lleve a un terreno más desenfadado y, a su vez, los extrovertidos se sentirán encantados de que alguien los haga sentir cómodos cuando quieran abordar temas serios.
Sin embargo, no es menos cierto que si bien ambas cualidades de personalidad son necesarias para el óptimo funcionamiento de los grupos sociales y de las organizaciones en las empresas, al existir una cultura que ensalza el ideal extrovertido, los sistemas organizacionales, empresariales —basta pensar en el sistema de planta libre, tan polular en las empresas, que es un paraíso para los extrovertidos y un infierno para los introvertidos, quienes rinden mucho mejor en entronos privados—, culturales e institucionales se disponen en torno a ese ideal, perjudicando a los que no reúnen esas cualidades que tanto valora nuestra cultura occidental. De esta manera, se desperdicia un recurso enorme e invaluable de, quizá, la mitad de nuestra población (occidental), que es introvertida.
Digo occidental porque, como apunté al comienzo, si bien cada persona es única (independientemente de su ubicación geográfica) y no se puede hacer una generalización absoluta, los investigadores no dudan en señalar que Europa (y occidente en general) es extrovertida y Asia, introvertida.
Para terminar, querido lector y lectora, si eres una persona introvertida y alguien intenta menospreciarte e incluso compadecerse de ti por tu naturaleza «mental» y poco «activa», puedes decirle, citando al gran poeta alemán Heinrich Heine:
«No olvidéis, orgullosas gentes de acción, que no sois, al cabo, sino instrumentos inconscientes de las gentes de pensamiento».
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¡Muchas gracias! 🙂.
Liber Heffner
Referencias bibliográficas
1 Jerome Karabel, The Chosen: The Hidden History of Admission and Exclusion At Harvard, Yale, and Princeton, Boston, Houghton Mifflin, 2005.
2 William McGuire y R. F. C Hall, C, G jUNG Speaking: Interviews and Encounters, Princeton, Princeton university Press, 1977.
3 Susan Cain, El Poder De Los Introvertidos, RBA, Barcelona, 2020.
4 David G. Winter, Personality: Analysis and Interpretation of Lives, Nueva York, McGraw-Hill,1996.
Exelente articulo profesor, como siempre,soy asidua lectora de sus publicaciones.
Muchas gracias Ana por por tus palabras. Saludos!